top of page

Irazú


El proyecto ‘Irazú’ del arquitecto y artista venezolano Miguel Braceli se basa en una investigación de intervención performativa y efímera, que ocurre en la monumentalidad del paisaje volcánico costarricense del Irazú, de donde toma su nombre. El lugar se constituye por superficies grisáceas y vivas que sirven de escenografía para dibujar perímetros metafóricos de una poética vital.

Irazú es una acción enmarcada dentro de un cuerpo de trabajo previo desarrollado por Braceli en Argentina, Venezuela y Chile, el cual se constituye de una serie de intervenciones fundamentalmente procesuales que se enmarcan dentro del medio natural. En esta propuesta el artista cuenta con la participación de los alumnos de la Escuela de Arquitectura y Urbanismo del Tecnológico de Costa Rica.

La obra traslada al ámbito paisajístico formas que entablan un diálogo dinámico con el espacio y su temporalidad. Los cuerpos entretejidos con un hilo blanco traslúcido van dibujando formas en constante mutación sobre el árido entramado, para interpelar la relación entre la figura humana y su contexto silvestre, explorando la configuración del territorio a partir de la mirada del sujeto. La verticalidad del cuerpo actúa sobre la horizontalidad del paisaje, construyendo un perímetro discursivo sobre la fuerza natural y los principios cíclicos de la existencia.

La contingencia y lo efímero aparecen como dos conceptos fundamentales en la configuración de la propuesta. La materialidad de la tela blanca permite palpar las fuerzas invisibles que operan en el lugar y van modificando la acción; el viento, el clima, la atmósfera y la niebla, son agentes impredecibles dentro del proceso que actúan por principios propios e inamovibles. El movimiento de los cuerpos entabla un diálogo con el carácter impredecible del terreno, formalizando la retroalimentación sensible entre la intervención y su entorno inmediato.

La formación arquitectónica de Braceli se revela en una línea de investigación que explora la construcción de espacios colectivos al aire libre. El cuerpo sirve como escala del paisaje, a la vez que lo reconoce y se reconoce en su magnitud. Lo participativo adquiere una dimensión privilegiada en tanto la obra sólo puede llevarse a cabo en una puesta común y colaborativa. De igual forma, se manifiesta una preocupación tangible por la escena, que explora la dimensión performática del territorio para resignificar el lugar y su dinámica. La representación de formas geométricas simples -circulares y lineales- va conformando una urdimbre simbólica que opera sobre el espacio cambiante. A partir de la acción que ocurre en el contexto volcánico, se genera un registro videográfico y fotográfico que constituye la etapa final y reproductible de la obra. La documentación opera como producto último de la experiencia, que sirve para hacer común el proyecto e insertar al espectador dentro del diálogo.

‘Irazú’ explora el vínculo del individuo con su entorno natural, a la vez que inscribe en el paisaje un eje reflexivo en torno a los binomios permanentes de la condición humana: vida y muerte, creación y destrucción, finito e infinito, efímero y eterno. En ‘Irazú’ más que una voluntad de posesión sobre la naturaleza, se pone en juego una dialéctica permanente con el concepto estético del paisaje y su materialidad plástica.

bottom of page